lunes, 26 de octubre de 2009


SIENDO ESCLAVA DESDE EL 1º MUNDO ENTRE LOS POBRES

No es lo mismo ser pobre en el 1º que el 3º mundo. La situación de pobreza en el 3º mundo es consecuencia de estructuras injustas, de gobernantes corruptos, explotación de países ricos sobre pobres etc y todo eso hace que haya hambre, miseria, enfermedades, analfabetismo etc. Los que pueden emigran buscando un mundo mejor y se encuentran con nuestro 1º mundo.
La pobreza en el 1º mundo, y en este siglo XXI, tiene otras características: no es un problema de carencias (aunque ahora por la crisis económica, en algunos ambientes se está volviendo a situaciones superadas) Los pobres en esta sociedad de consumo del 1º mundo, son los que, contaminados por sus valores, se van quedando en los márgenes. El P. Chércoles S.J. dice que el problema de la marginación es un fracaso del 1º Mundo que nos invade con sus virus y no podemos atajarlo.
El primer detritus de este mundo es el paro. La máquina sustituye al hombre, hay paro y en el trabajo duro se gana poco y estamos habituados al mínimo esfuerzo. El Estado con subsidios y ayudas, va manteniendo sin exigir más esfuerzo.
La droga, es el segundo detritus de la sociedad del ocio y del bienestar. La droga hace ganar mucho dinero sin esfuerzo, y a la vez evade de la realidad.
De estas y otro conjunto de circunstancias, provienen emigrantes y personas marginadas, que terminan en cárceles o en centros de enfermos de sida y con las que trabajamos, desde hace más de 21 años, algunas Esclavas, visitamos a sus familias, e intentamos ayudarles.
“La cárcel es mucha cárcel”, dicen los presos, y los que llevamos años entrado en ellas decimos “No es para contarlo, es para verlo” pero para VERLO, como los ve Dios, como nos dice Irene Guía en su artículo sobre “Cómo vivir la consagración y votos desde la pobreza que produce la globalización”
La cárcel no es un patio de colegio donde vas al recreo con los niños. Hay muchas penas, desesperanza, impotencia, sufrimiento, aislamiento, pobreza, injusticia, (sólo los pobres van a la cárcel, los ricos no entran y si entran salen muy pronto), mucha soledad, indigencia- “X... soy indigente, si me pudieras traer: una tarjeta de teléfono, ropa.... etc etc...” Esto lo oímos cientos de veces todos los que entramos allí. Es una suerte que no podremos nunca agradecer bastante a Dios, la oportunidad que nos da de encontrarnos con El en ellos. Ir con el corazón abierto, sentirlos amigos, escucharlos, quererlos, comprenderlos, e intentar ayudarles en lo poco que podemos, es nuestra mejor manera de vivir nuestro carisma de REPARACIÓN.
Lo que digo de la cárcel lo digo igual del trabajo con los enfermos de sida. El ir con ellos, hablarles, quererlos (porque de verdad y con los años se les quiere), besarlos, pasearlos en el carrito, darles de comer, jugar al dominó..., creo que es una de las cosas más grandes que puedo hacer, y lo creo, porque me acercan a Dios y llenan de felicidad.
Los presos nos suelen decir: “El rato que venís, echamos la tarde fuera”, ó “no dejéis de venir porque nos ayudáis muchos, nos hacéis mucho bien”, pero siempre le contestamos: “El bien, nos lo hacéis vosotros.”




Hna. Pura Pérez, aci
Subcomisión provincial Pastoral Social