lunes, 16 de noviembre de 2009

SIENDO ESCLAVA DESDE PROACIS



Vivo mi vocación de Esclava desde el agradecimiento de quién se siente plenamente feliz, llena de vida recibida de EL para darla y compartirla. Tuve la suerte de nacer en una familia sencilla, numerosa en la que aprendí a tener y no tener, a cuidar a mis hermanos pequeños, a apoyar a mi madre en todas las circunstancias de la vida, a compartir… El Señor me fue regalando una sensibilidad que me hacia encontrarme con EL en lo débil y pequeño. Me llevó al desierto: “una chabola, a los pies de un camastro en el que se encontraba una gitana destrozada por los avatares de la vida, dolorosa, deshumanizada…, me atreví a decirle que Dios la amaba y estaba con ella, y cual fue mi sorpresa que se lo creyó y sonrió”, en ese momento sentí que el Señor me sedujo en el desierto de la chabola y me habló al corazón, me llamaba a dar esperanza, aliento, vida… su vida.
Me apasiona en mi camino de seguimiento y conocimiento interno de Jesucristo sentirlo y descubrirlo “curando toda enfermedad y dolencia”, las mías y la de los otros. Descubrir que Dios tiene debilidad por las ovejas perdidas de Israel, me lleva al encuentro con la debilidad y a sentir su misma pasión por defender la vida allí donde esta amenazada.
Agradezco a Dios a través del Instituto mi pertenencia a PROACIS, ONG de las Esclavas, que busca en sus fines saciar el hambre, cuidar la enfermedad y procurar el desarrollo de los hombres y mujeres machacados por las estructuras injustas de nuestro mundo.
Siento en mi la fuerza y la vida que se renueva y genera más vida a través de los proyectos humanitarios, de desarrollo y voluntariado, que en toda la redondez de la tierra lleva PROACIS, y siento como Dios se ENCARNA en cada situación que se salva y esto para mi es reparar, es Misterio Pascual, Eucaristía, ser Esclava de su corazón.

Hna. Paqui Oñate, aci
Subcomisión provincial PROACIS