jueves, 4 de marzo de 2010

Esclavas andaluzas por el mundo, con un corazón universal



Antonia Montero, aci
(Cordobesa, actualmente en Chile,
país sacudido por
un fuerte terremoto
hace tan solo unos días)
Soy Antonia Montero Tirado,
cordobesa,
Esclava del S. Corazón de Jesús.


Me han pedido que les diga algo de mis correrías por el mundo. ¡Bueno! les cuento:
Siendo alumna de nuestro Colegio de Córdoba, sentí, el llamado de Dios para ser Esclava de su corazón y le dije que si dejándolo todo con mucha alegría, al terminar mis estudios.
He vivido intensamente con gozo y entusiasmo mi vocación de Esclava del Sdo. Corazón de Jesús en muy distintos lugares y países, siempre buscando, como mi paisana Santa Rafaela María, “dar a conocer y amar a Jesús y que sea adorado por todos los pueblos”.
Ahora estoy en Chile, el último rinconcito del mundo, un país con bellezas naturales extraordinarias: desde su inmenso desierto nortino, hasta las nieves perpetuas de la Antártida. Su cordillera andina majestuosa, impresionante, sus lindas y extensas playas, los volcanes humeantes cubiertos de nieve y los valles cargados de frutas exquisitas todo es maravilloso, pero, ¿saben? lo más lindo son sus gentes tan acogedoras, alegres, festivas, buenas para el chiste, que hablan y bailan al estilo andaluz.
Mi primera experiencia en este querido país, cuando terminaba el 1978, fue en Cerro Navia, una población marginal de Santiago, muy pobre en aquellos tiempos de la Dictadura, donde había persecución, miseria, dolor de tantos desaparecidos y torturados. Viví entre ellos, a los que amé y serví humildemente. Ellos/as me evangelizaron, aprendí su ternura y admiré su solidaridad hasta el heroísmo.
A mi vuelta a Chile en 1991 habiendo estado bastantes años en España, Bolivia y Perú, viví en la comuna de Maipú y en Talca una ciudad sureña encantadora, trabajando en los dos sitios, con alma y vida, en la pastoral de Parroquias muy sencillas donde los laicos llevan todas las responsabilidades y servicios. Ahora trabajo, muy contenta, en la pastoral de nuestro colegio “Universitario Inglés” de Santiago con una Comunidad de jóvenes Esclavas que estudian Teología en la Universidad, dos Hermanas mayores y cuatro que llevamos el Colegio con un objetivo central ambicioso, que baña todo nuestro quehacer educativo: “Formar integralmente a la persona desde una profunda experiencia del amor gratuito de Dios manifestado en Jesús, que la prepare para la vida y la comprometa con la historia, de modo que sea transformadora y forjadora de una sociedad nueva, según la propuesta de Dios”.
Personalmente me dedico, dentro del equipo de pastoral, a los adultos de la Comunidad educativa: Padres de familia, Profesorado, Administrativos y Auxiliares. Con los delegados de Pastoral laicos, de cada curso, damos Talleres de formación, Encuentros, Retiros. Acompaño seis Comunidades, algunas de la familia ACI y también doy Ejercicios Ignacianos en la vida, Semanas de Oración acompañada, Escuela de Padres virtual etc.
Es una labor evangelizadora lenta, a veces sin ver los frutos, pero el Señor va haciendo su obra con ternura en sus corazones, y muchos de ellos/as dan respuestas generosas, valientes, solidarias, a pesar de las corrientes ideológicas de hedonismo, consumismo… que van minando progresivamente en la sociedad chilena, los principios y valores del Evangelio y atentan contra su fe cristiana.
Y… ¿Saben ustedes quién me impulsa, me anima y me ha ido fortaleciendo en la entrega día a día a esta maravillosa misión evangelizadora que he vivido siempre con mi Comunidad de Esclavas, en tan diversas situaciones y lugares del mundo?
Cristo, mi Señor presente en la Eucaristía,
que me llama, que me ama apasionadamente y me lo dice en cada celebración y en la adoración de cada día. Ahí el Señor me invita a amar y servir como él a todos y a llevarles la alegre y esperanzadora Noticia del amor inmenso que nos tiene a cada uno/a tal como somos, a anunciar la Buena Nueva de su ternura a los que se fueron de su lado o no lo conocen y de su preferencia por los que sufren y padecen la pobreza. En mi encuentro diario con él siempre me habla de su deseo de reparar conmigo, sanar, y dar vida abundante a todos y me pide que le colabore desde mi fragilidad.
Darle, mi respuesta incondicional y amorosa, en Comunidad y con la Comunidad, aunque a veces cueste o duela, les aseguro, es la fuente de mi mayor alegría y de felicidad profunda. Porque esto es mi vocación, esto es lo que llena y da sentido gozoso a mi vida.
Antonia Montero, ACI

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida hermana Antonia:
Desde Córdoba le mandamos un abrazo enorme no solo por su labor sino también por ser una "andaluza y Esclava universal"

Lola Vegas, aci dijo...

También te mando un abrazo y nuestras oraciones desde Jerez por la situacion actual que vivís... que la generosidad y solidaridad de tantos se derroche como Él se derramó PÒR MI hasta el extremo.
Con un corazón agradecido por vuestra entrega cotidiana, me siento MÁS universal.
Lola